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¿PUEDE LA RESTRICCIÓN DEL FLUJO SANGUÍNEO UTILIZADA DURANTE EL ENTRENAMIENTO AERÓBICO MEJORAR LA COMPOSICIÓN CORPORAL EN ATLETAS FÍSICOS? 

  16/01/2021 11:43 CSCS ALTO RENDIMIENTO


Rolnick, Nicholas DPT, MS, CSCS1; Schoenfeld, Brad J. PhD, CSCS, CSPS, FNSCA2

1The Human Performance Mechanic, PHLEX NYC, New York, New York; and

2Health Sciences Department, CUNY Lehman College, Bronx, New York

Artículo original: Can Blood Flow Restriction Used During Aerobic Training Enhance Body Composition in Physique Athletes? Strength and Conditioning Journal, 2020, 42(5): 37-47

Resumen

La evidencia emergente indica que el entrenamiento con restricción del flujo sanguíneo (BFR – Blood Flow Restriction) de baja intensidad es una estrategia eficaz para aumentar las adaptaciones musculares cuando se realiza durante el entrenamiento de fuerza. Sin embargo, sigue siendo cuestionable si la combinación de BFR con el entrenamiento aeróbico tradicional puede preservar o quizás incluso potenciar las adaptaciones hipertróficas. El propósito de este artículo es proporcionar una revisión de la investigación actual sobre el tema y sacar conclusiones prácticas sobre cómo el BFR puede ser aplicado por los atletas físicos para optimizar el aumento de la masa muscular.

Introducción

La restricción del flujo sanguíneo (BFR) se ha convertido en un complemento popular al entrenamiento de fuerza de alta intensidad (EF) y al entrenamiento aeróbico (EA) en atletas físicos debido a su capacidad única para producir ganancias comparables en tamaño muscular, fuerza y capacidad aeróbica a pesar de la menor intensidad relativa con la que se realizan los ejercicios (33,38,51). El BFR implica el uso de un manguito compresivo (elástico o neumático) que se aplica a la porción proximal de las extremidades para reducir parcialmente el flujo arterial y ocluir completamente el retorno venoso (53). La aplicación de BFR altera el entorno metabólico local debido a la restricción del flujo arterial, aumentando las demandas de contracción de los músculos distales al manguito. Los investigadores han teorizado que estas respuestas se deben a reducciones en el suministro de oxígeno, lo que produce un fallo voluntario más temprano en los programas de EF y ER en comparación con el ejercicio sin restricción del flujo (19,20,74). Las prescripciones de ejercicios de EF con BFR suelen oscilar entre el 20% y el 40% de 1 repetición máxima (RM), lo que proporciona un enfoque alternativo para las personas que buscan maximizar la hipertrofia muscular en sus programas de entrenamiento a partir de las 6-12 repeticiones recomendadas tradicionalmente al 65-85% de la 1RM (59). Aunque los beneficios del EF con BFR se han discutido extensamente en otras publicaciones (25,39), no se ha prestado mucha atención al potencial del ER con BFR para mejorar la hipertrofia u otros resultados beneficiosos (es decir, la capacidad aeróbica o el gasto calórico) en individuos que buscan maximizar las adaptaciones musculares en un programa de entrenamiento concurrente.

El ER es comúnmente utilizado por los atletas físicos para aumentar el gasto energético diario de cara a maximizar la pérdida de grasa, particularmente durante la preparación de la competición. Las recomendaciones físicas típicas de los atletas para el ER varían en intensidad, duración y frecuencia (28), y dependen de si el individuo está o no en periodo preparatorio competitivo. Helms et al. (28) recomendaron que tanto el ER de baja como de alta intensidad se realicen dentro de un programa de entrenamiento concurrente para maximizar la pérdida de grasa; pero advirtieron que el uso regular de ER de alta intensidad, especialmente durante preparación de competiciones, puede producir interferencias e impedir la recuperación entre sesiones de EF. Esto hace que el ER de baja intensidad sea una opción más factible para el atleta físico. Sin embargo, altos volúmenes de ER de baja intensidad pueden afectar negativamente las adaptaciones hipertróficas a pesar de la pérdida adicional de grasa corporal, especialmente si se utilizan duraciones superiores a los 30 min (75). El uso de otros enfoques alternativos para aumentar el gasto calórico, preservar la masa muscular y minimizar los tiempos de recuperación entre sesiones de EF pueden ser argumentos para incorporar también sesiones de ER.

El ER con BFR se prescribe comúnmente a intensidades aeróbicas tan bajas como el 30% de la frecuencia cardíaca de reserva (FCR) (53). Se ha demostrado que el ER de baja intensidad con BFR aumenta el gasto energético diario, mejora la capacidad aeróbica máxima, desplaza la utilización del sustrato hacia la oxidación de ácidos grasos e incluso mejora la masa muscular en comparación con las condiciones de flujo libre combinadas (2,18,55,66), lo que lo convierte en un enfoque potencialmente atractivo para aumentar los beneficios del ER durante la preparación de una competición. Este artículo proporciona una revisión basada en la evidencia de la investigación actual sobre los beneficios hipertróficos del ER con BFR y extrae conclusiones prácticas sobre cómo se puede utilizar la estrategia por atletas físicos para optimizar sus resultados.

Mecanismos de entrenamiento para la restricción del flujo sanguíneo: resumen (enfocado en la hipertrofia)

La hipertrofia muscular producida por el entrenamiento crónico con BFR parece estar mediada por procesos algo similares a los del ejercicio sin restricción del flujo. En resumen, para que se produzca la hipertrofia muscular, el balance neto de proteínas debe permanecer positivo durante períodos más prolongados que cuando es negativo (17). Aunque la hipertrofia muscular después del EF con BFR parece estar mediada principalmente por el mecanismo del complejo de la rapamicina 1 (mTORC1), molécula esencial en los procesos anabólicos, el incremento de la síntesis proteica inducido por el ER con BFR parece ser de menor magnitud (26,48). Las bajas intensidades del ER con BFR y la falta de una resistencia mecánica externa significativa parece ser la razón por la que el potencial hipertrófico del EF con BFR sea menor respecto al entrenamiento sin restricción (63).

Entrenamiento aeróbico: mecanismos subyacentes a la hipertrofia

Esta sección proporciona una descripción general breve de los mecanismos propuestos subyacentes a la hipertrofia observada con ER combinada con BFR. Se remite al lector a nuestro artículo complementario que proporciona una amplia descripción de los mecanismos que se cree que median las ganancias en el tamaño muscular después del EF con BFR (57). Estos mecanismos son relevantes cuando se discuten las similitudes y diferencias entre los modos de ejercicio BFR con respecto a la hipertrofia muscular.

Aunque el EF con BFR ha demostrado aumentar la hipertrofia a una magnitud similar en adultos (9) y jóvenes (60), entrenados (8,15) y no entrenados (68), el ER con BFR muestra resultados hipertróficos menos sólidos (2,3,63). Por ejemplo, Kim et al. (33) no informaron aumentos significativos en la hipertrofia del muslo después de un programa de ciclismo con BFR de 6 semanas al 30% de la FCR. Otros estudios que informaron sobre hipertrofia con protocolos ER con BFR utilizaron intensidades de ejercicio más altas, como 40% V̇O2máx (3), 40% V̇O2 de reserva (14) o 45% FCR (47). Parece que hay un umbral de intensidad mínimo (∼30% FCR) para el ER con BFR por debajo del cual las ganancias hipertróficas se reducen, posiblemente como resultado de un estrés metabólico y músculo-esquelético insuficiente (33).

De manera similar al EF con BFR, el ER con BFR se puede realizar a bajas intensidades (30-50% FCR o V̇O2máx) (53). Numerosos estudios han informado aumentos significativos en la hipertrofia muscular después de protocolos de caminata o ciclismo de baja intensidad en una variedad de poblaciones (2,4,14,46,58), pero pocos han informado sobre la expresión de señalización de proteínas tras un ejercicio de ER con BFR. Un estudio informó de que caminar con BFR al 55% V̇O2máx aumenta la fosforilación del p38 (proteína activada por la vía de señalización mitógeno quinasa) sin aumentos en los niveles de fosforilación mTORC1 o S6K1 en comparación con el ejercicio de flujo libre en la misma carga de trabajo (48). Por el contrario, otro estudio no encontró cambios en la expresión del p38 después del ejercicio, pero mostró un aumento en la expresión del mTORC1 y una regulación a la baja de miostatina después de un ER con BFR consistente en caminata interválica (31). Es de destacar que la miostatina es un regulador negativo de la vía mTORC1 y se ha teorizado que su disminución conduce a mayores ganancias a largo plazo en la acumulación de masa muscular a partir de EF tanto con BFR como sin él (35). En comparación con el EF con BFR, el grado de señalización anabólica después del ejercicio de ER con BFR es significativamente menor (22,23), aunque todavía muy por encima de los niveles previos al ejercicio. Estas observaciones apoyan la noción de que el ER con BFR de baja intensidad provoca una respuesta anabólica menor en comparación al EF con BFR de baja carga.

A intensidades de ejercicio más bajas, caminar y andar en bicicleta con BFR no parecen aumentar constantemente el estrés metabólico (13,32,40,50,65,73), ni aumentar la fatiga muscular post-ejercicio (32,45). Sin embargo, cuando se compara con el mismo modo de ejercicio realizado sin oclusión, el ER con BFR aumenta de manera aguda el grosor del cuádriceps femoral y del tríceps sural sobre las condiciones de flujo libre (45). Por lo tanto, es posible que la respuesta de hinchazón celular aguda pueda ser una característica común que une EF con BFR y ER con BFR, lo que posiblemente ayudaría a explicar la magnitud disminuida de la activación de la vía de señalización de proteínas en relación con la del EF, porque la hinchazón celular en sí misma no es un potente estimulador de la hipertrofia muscular (34,69). De hecho, investigaciones recientes han demostrado que la hinchazón celular puede aumentar la capacidad de producir fuerza de los músculos contraídos al aumentar la producción de fuerza tanto activa como pasiva en longitudes musculares más largas a través de una mayor transmisión de fuerza a la matriz extracelular local, lo que en teoría mejora la tensión mecánica experimentada por la contracción (64). Mecánicamente, esto puede proporcionar cierto apoyo en cuanto a los aumentos inconsistentes observados en la hipertrofia muscular y la señalización de proteínas observados después de una variedad de diferentes protocolos ER con BFR. Es decir, los protocolos que utilizan duraciones más largas, frecuencias más altas de entrenamiento y/o intensidades mayores pueden permitir un mayor grado de inflamación celular y, por lo tanto, un estímulo hipertrófico más potente en los músculos entrenados.

Es interesante notar las respuestas similares en la hipertrofia muscular después de ER con BFR cuando se comparan protocolos de diferentes modos, frecuencias e intensidades de entrenamiento. Por ejemplo, Abe et al. (3) provocó un aumento del 4,6% en el área de la sección transversal del cuádriceps (CSA) (evaluado mediante imágenes de Resonancia Magnética Nuclear [RMN]) y un aumento del 6,4% en la capacidad aeróbica máxima utilizando un protocolo de ciclismo de 15 minutos 3 veces por semana a ∼59% FCR durante 8 semanas (∼18 minutos de tiempo total bajo oclusión). Los resultados de Abe (2010) sugieren que se pueden realizar episodios de ER con BFR de mayor intensidad y duración más corta en lugar de episodios de menor intensidad y duración más larga para aumentar la hipertrofia muscular y aumentar la capacidad aeróbica en adultos jóvenes y sanos. Es importante destacar que la intensidad del ejercicio realizado cae dentro de las recomendaciones del American College of Sports Medicine para mejorar la capacidad aeróbica máxima y no se considera de baja intensidad (54). Sin embargo, un protocolo de caminata ER con BFR de intervalo corto de alta frecuencia (velocidad de 50 m/min, 5 series de 2 minutos; tiempo total bajo oclusión: 17 minutos) realizado dos veces al día durante 3 semanas también mejoró el CSA de los cuádriceps y los músculos isquiotibiales en 5,7 y 7,6% (evaluado mediante RMN), respectivamente, junto con aumentos en la fuerza de flexión de piernas y prensa de piernas 1RM (2). La intensidad relativa del grupo BFR se estimó en aproximadamente un 19,5% del VO2máx. Mucho más bajo que las intensidades recomendadas del 50% del VO2máx o del 60% de FCR necesarias para obtener el beneficio aeróbico o la intensidad del protocolo de ciclismo de Abe (54). Por lo tanto, parece que el aumento de la frecuencia de entrenamiento compensó la disminución de la intensidad relativa del ejercicio realizado para producir niveles similares de hipertrofia muscular posterior a la intervención (4,6 frente a 5,7%, respectivamente).

En comparación con las intervenciones de EF con BFR de duración similar, la hipertrofia resultante es considerablemente menor en ER con BFR. Por ejemplo, Abe et al. (1) observaron que 16 adultos jóvenes, tras realizar 12 días de EF BFR de flexión de piernas y sentadillas dos veces al día al 20% de 1RM, mejoraron el CSA de cuádriceps un 7,7% (evaluado mediante RMN). Otro estudio a largo plazo de 8 semanas sobre EF con BFR utilizando 4 series de extensiones de piernas realizadas al 50% 1RM para la fatiga volitiva en atletas aumentó el CSA del cuádriceps en un 12,3% (evaluado mediante RMN) (70). La frecuencia de esta intervención fue dos veces por semana, enfatizando la hipótesis de que el EF con BFR puede no requerir una frecuencia tan alta (2 versus 3 d/semana) para producir resultados hipertróficos superiores como el ER con BFR, siempre que la carga externa (por encima del 20% 1RM) y el esfuerzo (trabajar cerca o lograr la fatiga voluntaria para múltiples series) sea suficiente (70).

En conclusión, la hipertrofia inducida por el ER con BFR puede ocurrir después de un entrenamiento a corto o largo plazo, pero es de menor magnitud que con EF con BFR y probablemente requiera más sesiones de entrenamiento en comparación con el EF para observar una acumulación significativa de masa muscular. Esta diferencia puede explicarse por una falta de acumulación significativa de metabolitos tras ER con BFR a pesar de los niveles más altos de hinchazón celular después del ejercicio en ER con BFR frente a ER solo. Es probable que exista un umbral mínimo (∼30% FCR) en ER con BFR por debajo del cual se produce una hipertrofia insignificante. Como regla general, cuando se prescribe ejercicio ER con BFR con el objetivo de aumentar la hipertrofia, se deben usar intensidades superiores al 30% de la FCR para aumentar la respuesta anabólica a esta forma de ejercicio, especialmente en participantes entrenados con sobrecarga.

Investigación de restricción del flujo de sangre en deportistas, individuos bien entrenados y competidores físicos

Hasta la fecha, la investigación sobre el uso de BFR con atletas físicos es escasa (informe de un caso) (64). Además, el sujeto de este estudio no utilizó ER BFR de manera concurrente. Hasta donde alcanza el conocimiento de los autores del presente artículo, actualmente no hay estudios que investiguen el potencial hipertrófico de ER con BFR en atletas, individuos bien entrenados o atletas físicos. Una revisión sistemática de Bennett y Slattery (7) sugiere que el ER con BFR es un enfoque viable para aumentar la capacidad aeróbica en una variedad de poblaciones, incluidos los atletas, pero no informa ningún estudio que investigue sus resultados hipertróficos. Existe evidencia de que la BFR combinada con caminar estimula la señalización intracelular anabólica en mayor medida que la caminata no ocluida (48); sin embargo, los sujetos no participaron en un programa de ejercicio estructurado, lo que limita la extrapolación a individuos entrenados en fuerza. Del mismo modo, otros estudios que informan sobre la hipertrofia del ER con BFR se encuentran en adultos jóvenes (46,58) y ancianos sedentarios (50), lo que dificulta cualquier recomendación sobre la eficacia de ER con BFR en atletas físicos, especialmente cuando las revisiones previas han concluido que los adultos sin acondicionamiento tienden a experimentar mayor hipertrofia con ER tradicional que los jóvenes (49).

Esta sección discutirá brevemente los estudios que investigaron la hipertrofia muscular durante el ER con BFR en adultos no entrenados o físicamente activos que se compararon directamente con el ejercicio de mayor intensidad (y/o EF) y trazará paralelismos (cuando sea apropiado) con el atleta físico durante los periodos de fuera de temporada o competitivo. Comprender la magnitud de las adaptaciones relativas tanto al ejercicio de mayor intensidad como al EF puede proporcionar información para ayudar a los atletas físicos a prescribir ejercicio cardiovascular BFR para su propia programación.

Hasta la fecha, solo 2 estudios han comparado los efectos anabólicos crónicos del ER BFR de baja intensidad con ER no ocluido de alta intensidad (14,33). Kim et al. (33) compararon los efectos de 6 semanas de ER en bicicleta de alta intensidad (HIT) 3 veces por semana (20 minutos al 60-70% FCR) versus ER con BFR en bicicleta de baja intensidad (20 minutos al 30% FCR con presión bilateral del manguito de 160-180 mm a los muslos) en el muslo CSA, fuerza, composición corporal y capacidad aeróbica máxima en varones físicamente activos en edad universitaria. A pesar de las diferencias en el volumen total de ejercicio, el grupo BFR aumentó la fuerza de los flexores de la rodilla y el CSA muscular (+ 2,2-2,7%) en grados similares al grupo HIT y produjo ganancias superiores en la masa magra de la pierna (33). A diferencia de otros estudios de ER con BFR, la capacidad aeróbica máxima no cambió después del entrenamiento en ninguno de los grupos, probablemente por cuestiones metodológicas (presiones arbitrarias, intensidad de ejercicio relativamente baja en el grupo BFR y duración) (33). Este estudio proporciona apoyo para el uso de ciclos de ER con BFR de baja intensidad para producir pequeños aumentos en la hipertrofia muscular similar, o quizás ligeramente superior, al HIT. Otro estudio comparó los efectos anabólicos de 4 sesiones de ciclismo HIT-ER semanales (30 minutos de ciclismo al 60-70% VO2 de reserva), ciclismo ER con BFR de baja intensidad (30 minutos de ciclismo al 40% VO2 de reserva usando 80 % presión restrictiva personalizada) y EF de alta intensidad (70% 1RM, 4 × prensa de piernas con falla) en adultos jóvenes sedentarios (14). Después de 8 semanas, solo los grupos EF y ER con BFR aumentaron el CSA del vasto lateral (12,5% en EF y 10,7% en ER con BFR) con grandes tamaños de efecto (TE) (1,24-1,41) y sin diferencias entre grupos, lo que indica que las intensidades de ejercicio en ambos grupos fueron suficientes para producir un gran estímulo hipertrófico (14). La fuerza muscular también mejoró en los grupos EF y ER con BFR, pero en un grado mucho mayor en el grupo EF (35%, TE=2,17) que en el grupo ER con BFR (9%, ES=0,58). Sin embargo, se debe tener cuidado al extrapolar los resultados a atletas físicos, dado que la cohorte eran adultos jóvenes sedentarios y, por lo tanto, la magnitud de los efectos probablemente sería mucho menor en individuos entrenados en fuerza.

Es interesante notar las diferencias en la frecuencia, intensidad del ejercicio y duración del entrenamiento del estudio de Conceiçao et al. (14) en comparación con el estudio de Kim et al. (33), lo que puede proporcionar algunas ideas sobre las prescripciones de ejercicio adecuadas para el atleta físico. Específicamente, los resultados de estos estudios a largo plazo sugieren que la hipertrofia significativa del ER con BFR (si ocurre) probablemente demore más (>8 semanas), requiera frecuencias más altas (4 ×/semana) y debe ser de suficiente intensidad (en al menos 40% VO2 de reserva o FCR) para producir los estímulos necesarios para provocar adaptaciones positivas, especialmente en individuos entrenados en fuerza que buscan maximizar el potencial hipertrófico. Con respecto al atleta físico, se puede plantear la hipótesis de que el ER con BFR muy probablemente producirá una hipertrofia mínima o nula debido al estado de entrenamiento avanzado del individuo, aunque esta hipótesis requiere evidencia empírica. Una posibilidad más prometedora es que el uso de ER con BFR de duración, frecuencia e intensidad similares a la del ER tradicional, puede mitigar la pérdida muscular generalmente observada durante períodos prolongados de restricción calórica (es decir, preparación para una competencia). Esta hipótesis justifica una mayor investigación, pero hasta que sea llevada a cabo, el uso de BFR durante el ER parecería tener más ventajas que desventajas para el atleta físico.

Recomendaciones metodológicas y prácticas para aplicar la restricción del flujo sanguíneo

La implementación de BFR en el ER para atletas físicos requiere algunas consideraciones metodológicas básicas. La BFR se puede aplicar en la parte proximal de las extremidades (brazos o piernas) utilizando un dispositivo neumático o no neumático. Los dispositivos neumáticos son manguitos que se inflan manualmente (usando una bomba) o automáticamente (usando un dispositivo inalámbrico o no) a una presión personalizada llamada presión de oclusión de la extremidad (POE). La POE es la presión mínima requerida para restringir completamente el flujo arterial y el retorno venoso, y el ejercicio se realiza a un porcentaje de esa presión para minimizar el riesgo de eventos adversos y aumentar las respuestas metabólicas al entrenamiento con BFR (53). Por ejemplo, aplicar un 40% de POE a una extremidad sería el 40% de la presión mínima requerida para ocluir completamente tanto el flujo arterial como el retorno venoso, asegurando el flujo arterial durante el ejercicio. Se ha demostrado que la POE varía según la posición del cuerpo (29,61), por lo que es importante evaluar la POE en la posición de entrenamiento, pues sobrestimar o subestimar la presión podría limitar la efectividad o aumentar el riesgo de eventos adversos (53). La POE se evalúa con frecuencia en manguitos neumáticos con un dispositivo automático conectado que utiliza un sensor de presión de pulso, manualmente a través de un Doppler externo o con pulsioximetría (solo en las extremidades superiores) (37,77). Los 3 tipos de mediciones para determinar la POE han demostrado ser válidos a pesar de poseer diferencias significativas en coste para el consumidor (36). Es decir, los dispositivos neumáticos automáticos atados son muy costosos, lo que limita su utilidad práctica en el entorno del gimnasio, mientras que los manguitos neumáticos no automáticos sin ataduras más un Doppler externo son más asequibles. Para la parte superior del cuerpo, la pulsioximetría proporciona una alternativa superior tanto desde el punto de vista económico como de su facilidad de uso. Aun así, los manguitos neumáticos siguen siendo relativamente costosos desde una perspectiva de uso práctico, pero la tecnología permite medidas reproducibles y válidas de la oclusión arterial de una sesión a otra, maximizando la seguridad. La tecnología más reciente utiliza brazaletes neumáticos inalámbricos, aunque la validez de tales dispositivos aún no se ha determinado con respecto al entrenamiento BFR. Por lo general, el ejercicio se realiza entre el 40 y el 50% de la POE en los brazos y entre el 50 y el 80% de la POE en las piernas (53). Finalmente, se ha demostrado que la POE sigue siendo similar en el transcurso de 8 semanas, lo que hace que la prescripción de presiones individualizadas mediante el uso de un dispositivo inalámbrico o Doppler externo sea más factible en la práctica (y probablemente más segura) que los manguitos no neumáticos (42).

A diferencia de los manguitos neumáticos, los manguitos no neumáticos, como las rodilleras (KW), ejercen presión sobre la extremidad mediante una mayor tensión en la extremidad proximal aplicada por el usuario. Aunque las KW han demostrado eficacia en varios estudios (8,41,76), no permiten presiones personalizadas de una sesión a otra (6). Los resultados de Bell (6) sugieren que el establecimiento de presiones en relación con un ajuste de “7/10”, como se recomienda en investigaciones anteriores, puede sobrestimar o subestimar las presiones aplicadas hasta en un 25% durante un período de 3 días. Esto puede alterar significativamente la efectividad del ejercicio BFR sin fallo y disminuir la seguridad general debido al ejercicio potencial bajo oclusión total. Recientemente, para mitigar el riesgo de una aplicación excesiva de presión del manguito con KW, Abe et al. (5) mostraron que tirar de las correas elásticas de diseño personalizado en un 10-20% de la longitud de reposo inicial redujo el flujo arterial de manera similar a un manguito de nailon presurizado inflado al 40-80% de la POE. Thiebaud et al. (72) brindaron soporte adicional para el uso del BFR, usando correas extensibles hasta 2 pulgadas capaces de cubrir hasta el 85% de la circunferencia del muslo. Sin embargo, es importante señalar que estas correas elásticas fueron diseñadas especialmente para permitir una determinación precisa de la magnitud del estiramiento; Los KW elásticos comprados por el consumidor son más difíciles de estandarizar, lo que hace que el BFR sea más difícil de implementar en la práctica cuando se requieren presiones específicas. Hasta que estas correas se generalicen más para la compra del consumidor, los dispositivos neumáticos BFR son la opción preferida para su uso en el entorno del gimnasio.

Los dispositivos neumáticos se recomiendan para uso práctico sobre KW porque pueden proporcionar un estímulo restrictivo más objetivo y consistente, minimizando el riesgo de eventos adversos. La tecnología más nueva y recientemente lanzada ha eliminado algunas de las barreras anteriores a la implementación práctica, incluido el costo y la necesidad de un Doppler externo para la evaluación de POE. Estos dispositivos pueden determinar de forma inalámbrica la POE mediante un sensor de presión de pulso, lo que los hace más aptos para su uso en gimnasio. Dicho esto, si las personas aún desean implementar KW en su rutina de ejercicios BFR, deben mostrar precaución y reducir la presión aplicada si se produce entumecimiento, hormigueo o hematomas excesivos debajo del área de oclusión.

Además de las recomendaciones mencionadas en la Tabla 1 para la integración de la BFR en los regímenes de ER, es importante tener en cuenta que la hipertrofia inducida por el ER con BFR es significativamente menor que la del EF con BFR (63), similar a lo que se ha observado en la investigación que compara la ER no ocluida con los protocolos tradicionales de EF (24). Por lo tanto, el papel más adecuado para aplicar ER con BFR en el atleta físico aparentemente sería mejorar el gasto calórico y aumentar la carga de trabajo del miocardio para soportar un déficit calórico como un complemento a los programas tradicionales de EF, mientras que potencialmente ayuda a mejorar el medio anabólico y así preservar la masa muscular. Tal entorno puede ayudar a respaldar más ganancias anabólicas a través de aumentos en el diámetro de la arteria del conducto (12), capacidad anaeróbica (51), la transcripción de genes mitocondriales (10) y las mejoras en la actividad de la ATPasa Na +/K + (11), todo lo cual puede permitir que el músculo que trabaja realice mayores volúmenes de ejercicio antes de una acumulación significativa de fatiga.

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% 1RM = porcentaje de 1 repetición máxima; ER = entrenamiento aeróbico; BFR = restricción del flujo sanguíneo; GE = gasto energético; HIIT = entrenamiento en intervalos de alta intensidad; POE = presión de oclusión de la extremidad; EF = entrenamiento de fuerza. aFCR = frecuencia cardíaca de reserva, calculada por la fórmula de Karvonen para determinar la intensidad del ejercicio cardiovascular: FCR = ([220 - edad - frecuencia cardíaca en reposo] × % de intensidad de FC) + frecuencia cardíaca en reposo.  b VO2 de reserva = Similar a los valores de FCR pero basado en las ecuaciones de VO2máx. Definido como: VO2reserva= VO2máx - VO2reposo. cPOE = presión de oclusión de la extremidad = presión mínima necesaria para ocluir completamente tanto el flujo arterial como el retorno venoso de una extremidad, generalmente determinada con un sensor de presión de pulso, Doppler externo u pulsioxímetría. d Continuo describe cuándo se realiza la actividad durante un período de tiempo determinado (es decir, 10 minutos). El intervalo describe una serie más corta de ejercicio realizado a una intensidad más alta con períodos de descanso entre series.

Varios estudios han demostrado la eficacia del ER con BFR para aumentar el GE total en comparación con el ejercicio de flujo libre (13,43,55,62). Un estudio mostró que el ER con BFR aumentó el VO2 un ~5% con respecto ER con flujo libre (46). Otro estudio informó que 14 minutos de ER con BFR caminando al 50% POE y al 40% de la velocidad máxima de carrera (∼5.6 km/h) quemaron 90 versus 76 kcal en flujo libre (+ 18.7% de diferencia) (55); los aumentos adicionales de la presión no aumentaron la respuesta del GE en el mismo grado, sino que aumentaron exponencialmente la incomodidad percibida, lo que podría limitar la adherencia a largo plazo utilizando presiones más altas. Cabe señalar que la magnitud general de las diferencias en GE es modesta entre las condiciones, al menos durante la actividad en sí, y, por lo tanto, tiene un significado práctico cuestionable. Queda por dilucidar si el ER con BFR mejora el exceso de consumo de oxígeno después del ejercicio (EPOC) más que el ER con flujo libre.

Con respecto a los mecanismos hipertróficos teorizados en el ER, Ogawa et al. (45) informaron que ni la marcha rápida (87 m/min = ∼5 km/h) ni la marcha lenta (56 m/min = ∼3 km/h) influyeron en los valores de inflamación celular aguda. Sin embargo, el ciclo de BFR de intervalo al ∼80% POE con una cadencia de 70 revoluciones por minuto (rpm) al 30% de potencia máxima produjo niveles de lactato similares a los intervalos de potencia máxima de 90-105% (16). Aunque la hipertrofia no se midió en estos estudios agudos, los hallazgos pueden tener implicaciones para la prescripción de ejercicio para maximizar el GE y la hipertrofia después de la aplicación crónica de ER con BFR. Caminar rápido (4,8–5,6 km/h) o andar en bicicleta (∼70–80 rpm) combinado con BFR con al menos 50% de POE, potencialmente podría maximizar el GE y el potencial hipertrófico del ER con BFR en regímenes de entrenamiento a largo plazo.

Hay una escasez de investigación sobre el ER con BFR y atletas (y ninguna sobre atletas físicos), lo que limita la capacidad de transferir los hallazgos de la investigación en la práctica. Según el conocimiento de los autores, sólo se han realizado 4 estudios en atletas que utilizan BFR durante ER: 2 estudios utilizaron ciclismo en intervalos de alta intensidad con BFR aplicado durante el período de descanso (44,71); 1 involucró a remeros de élite que sustituyeron parte de su volumen de ER semanal con BFR de baja intensidad (∼65% FCmáx) (27); y el otro fue un programa corto de caminata de alta frecuencia en jugadores de baloncesto universitarios (51). Ninguno de estos estudios informó medidas de resultado relevantes (GE, hipertrofia del músculo del muslo) para el físico atleta. Por lo tanto, se necesita más investigación para generalizar mejor las conclusiones en cuanto al uso potencial del ER con BFR para el atleta físico.

El ER con BFR se puede realizar de forma continua o en intervalos. La aplicación continua del ER con BFR implica realizar un modo de ER (es decir, caminar/andar en bicicleta/remo/step) durante un período de tiempo establecido en el que los manguitos BFR están inflados en todo momento. La aplicación interválica del ER con BFR implica realizar cargas de trabajo más pequeñas (a una intensidad similar o mayor que el ER con BFR continua) durante un período establecido seguido de un breve descanso entre conjuntos (generalmente 1 minuto) donde la BFR se libera o se mantiene. La investigación realizada en adultos sanos indica que cualquiera de los métodos puede provocar adaptaciones hipertróficas, pero los intervalos de ciclismo pueden producir un estrés metabólico superior y una activación muscular debido a un mayor rango de movimiento de la rodilla, lo que aumenta potencialmente el desarrollo muscular del ER con BFR sobre los protocolos de caminata (14,16). Se necesita más investigación para investigar directamente las acumulaciones de masa muscular después del uso crónico de estos protocolos.

Finalmente, alguna evidencia indica que el ER con BFR se puede realizar a frecuencias relativamente altas (1-2 ×/día) para ayudar a maximizar la capacidad aeróbica y mejorar la hipertrofia muscular, aunque en menor grado de lo que se esperaría durante el EF con BFR (2,51). La figura 1 ilustra cómo el ER con BFR podría integrarse en el programa de entrenamiento de un atleta físico. Nota: A pesar de la falta de fatiga post-ejercicio producida por el ER con BFR, se recomienda realizar el ER con BFR después del EF para maximizar los resultados hipertróficos (32,45).

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En la práctica, se recomienda utilizar la FCR porque es más práctico que el VO2máx o VO2 de reserva. Aunque la FCR no está exenta de limitaciones, es decir, tiende a subestimar la intensidad relativa del ejercicio en individuos entrenados (56,67), es la forma más útil en la práctica de prescribir la intensidad del ejercicio. Para determinar la frecuencia cardíaca de entrenamiento (FCE) adecuada para el ER con BFR siga los siguientes pasos:

  1. Determine la frecuencia cardiaca de reposo (FCreposo) en la posición en la que se realizará el ejercicio.
  2. Calcule la frecuencia cardiaca máxima teórica (FCM) con la fórmula: FCM = 220-edad
  3. Calcule la FCR: FCR = FCM - FCreposo
  4. Determine la FCE aplicando: FCE = FCR x intensidad objetivo (0,3 – 0,5; para 30% o 50%, respectivamente) + FCreposo

Por ejemplo, una persona de 20 años con una FCreposo de 60 ppm, desea entrenar al 40% de la FCR. Entonces, FCE = {([220-20]-60) x 0.4} + 60 = 116 ppm

Los intervalos cortos de ER con BFR durante las sesiones iniciales de un programa de entrenamiento pueden permitir que las personas se aclimaten con éxito al ejercicio y aumenten hasta ~ 30 minutos de aplicación continua (Figura 1). Aunque la evidencia actual sugiere que el ER con BFR se tolera bien, la experiencia práctica sugiere que, si los individuos no están acostumbrados al mayor esfuerzo requerido para mantener la FCE en relación con el ER normal, el ER con BFR se convierte en una estrategia menos efectiva para influir en la hipertrofia y/o el gasto calórico, especialmente cuando la FCR es baja (∼30%). Por lo tanto, la programación debe tener en cuenta un período de aumento en el que la FCE se mantenga de manera constante y las personas puedan alcanzar los niveles de prescripción antes de progresar a formas más largas y continuas de ER con BFR.

También existe una justificación para incorporar protocolos de ER con BFR continuos e intermitentes en un programa de entrenamiento concurrente. Las rutinas intermitentes de ER con BFR podrían realizarse a una intensidad relativamente más alta (es decir, >50% VO2máx), durante un período más corto (∼2–5 minutos), aumentando la activación muscular y el estrés hipertrófico concomitante. Además, el desinflado del manguito durante los períodos de descanso entre series podría facilitar adaptaciones vasculares y/o específicas de las fibras musculares adicionales debido a la reperfusión y la respuesta hiperémica de los músculos en ejercicio (11,12). La combinación de ambos tipos de protocolos en un programa de entrenamiento a largo plazo podría, teóricamente, proporcionar un efecto aditivo para el atleta físico, aunque esto sigue siendo especulativo y justifica la investigación.

Las recomendaciones prácticas para maximizar la hipertrofia para el atleta físico durante el ER con BFR probablemente deberían involucrar una combinación de las estrategias mencionadas anteriormente que han demostrado ser eficaces en esta revisión. La figura 1 describe un programa periodizado de caminata/ciclismo/step de 16 semanas que se enfoca en desarrollar la tolerancia al ER con BFR usando intervalos cortos (5 minutos) a una FCE menor (40% FCR) pasando a una forma cardiovascular de manera más larga (30 minutos) a una mayor FCE (>50% FCR). Este protocolo probablemente maximice la inflamación celular y el estrés metabólico debido al tiempo prolongado bajo oclusión y a las intensidades relativas más altas (al final del programa). Por el contrario, los episodios cortos (es decir, 5-10 series de 2-3 minutos, 1 minuto de descanso desinflado) de intervalo de ER con BFR de alta frecuencia (1-2 ×/día durante 14 días) podrían usarse para maximizar el estrés vascular por isquemia/reperfusión y probablemente podría realizarse a intensidades de ejercicio incluso más altas (>50% FCR) que el ER con BFR continua, elevar la activación muscular y ayudar en la regulación positiva del medio anabólico, como el factor de crecimiento endotelial vascular y el óxido nítrico. Estos factores apoyan la angiogénesis, la dilatación vascular y permiten un mejor suministro de oxígeno a las fibras musculares en funcionamiento, lo que en teoría mejora los efectos del EF con o sin BFR. Es lógico pensar que una combinación de estos 2 protocolos podría proporcionar al atleta físico, no solo beneficios hipertróficos, sino también aeróbicos que podrían ayudar en la recuperación entre series.

Es de destacar que una revisión reciente informó que 2-3 días a la semana de ER con BFR de alta intensidad (∼80-90% V̇O2max) no parece proporcionar beneficios cardiovasculares adicionales al ejercicio de flujo libre sobre el VO2max (21). Sin embargo, en los estudios incluidos, se utilizaron correr y andar en bicicleta y no se evaluó la hipertrofia, por lo que solo es especulativo si el ejercicio de mayor intensidad podría proporcionar un beneficio hipertrófico adicional cuando se usa junto con un programa tradicional de EF pesado típico de atletas físicos. Curiosamente, ambos estudios (30,52) informaron adaptaciones musculares periféricas, incluyendo la mejora de la economía de carrera y consumo de oxígeno muscular submáximo (52), y la producción de potencia máxima (30), lo que sugiere la posibilidad de una mayor capilarización de los músculos que trabajan (aunque esto no se midió en ninguno de los estudios). La presencia de adaptaciones musculares periféricas en una variedad de protocolos de ejercicio con BFR destaca las formas potenciales únicas en las que la adición de ER con BFR a la rutina de entrenamiento concurrente de un atleta físico podría respaldar aún más y/o maximizar la hipertrofia.

A pesar del potencial de la carrera para inducir cambios musculares periféricos favorables que pueden favorecer una mayor hipertrofia, no lo recomendamos como un enfoque de ER con BFR debido a las mayores demandas en las extremidades inferiores y al mayor riesgo de aumento del daño muscular y vascular debido a los estímulos oclusivos. El mayor impacto de una sola pierna y el mayor componente excéntrico podrían afectar negativamente la recuperación entre las competiciones de feurza y, como resultado, reducir las adaptaciones hipertróficas.

Para reducir el riesgo de dificultar la recuperación entre series de EF, el ER con BFR debe realizarse utilizando modos de ejercicio que no faciliten aún más un aumento del daño muscular. El daño muscular puede impedir el proceso de recuperación y reducir el potencial hipertrófico al limitar la frecuencia o la intensidad del entrenamiento, consecuencias indeseables para el atleta físico que busca maximizar la hipertrofia durante la temporada baja o mantener la masa muscular durante la preparación de la competición. Los modos de ejercicio como caminar y andar en bicicleta son los más favorables debido a sus bajas demandas excéntricas, así como a la presencia de evidencia que respalda su eficacia en la producción de hipertrofia muscular mediante ER con BFR. La máquina de step, una opción de ER común para los atletas físicos, es otra alternativa viable a caminar/andar en bicicleta, pero ha de controlarse la intensidad para evitar un elevado daño muscular. Probablemente, el ejercicio Stairmaster es la mejor alternativa porque también soporta peso y puede intensificarse fácilmente sin un impacto significativo en las piernas, lo que minimiza la probabilidad de daño muscular adicional. La evidencia basada en la práctica sugiere que tanto el ejercicio aeróbico continuo como a intervalos de varias intensidades pueden funcionar para apoyar la hipertrofia en el atleta físico, pero se debe prestar especial atención a la época de la temporada (temporada baja/preparación de la competición), la tolerancia al BFR (nuevo o experimentado en su uso) y los objetivos del programa de ER (maximizar la hipertrofia/capacidad aeróbica/gasto calórico) antes de determinar el modo, la frecuencia, las presiones de BFR y los protocolos de ejercicio.

Resumen y conclusiones

Aunque los beneficios del ER con BFR son menos concluyentes que los del EF con BFR, la estrategia aumenta modestamente el GE, la inflamación celular y (en algunos modos de ejercicio) el estrés metabólico en comparación con el ejercicio de flujo libre combinado con el trabajo, todos los cuales pueden ser beneficiosos para el atleta físico, ya sea ayudando a mantener/producir un déficit calórico o creando un ambiente anabólico para ayudar en el crecimiento muscular. Ambas aplicaciones pueden usarse en conjunto para maximizar los resultados durante la preparación previa a la competición; sin embargo, se justifica la precaución con el uso continuo a largo plazo.

A pesar de que, en general, se ha demostrado que la BFR es segura en adultos sanos entrenados en fuerza, no se sabe mucho sobre sus efectos crónicos (más de 16 semanas) en la función vascular (17). Por lo tanto, es aconsejable programar un período de 4 semanas en el que la BFR se elimine por completo del entrenamiento para tener en cuenta cualquier posible evento adverso aún no determinado. Puede haber menos potencial de respuestas vasculares adversas aplicando ER con BFR en comparación al EF con BFR, debido a las diferencias en las presiones intravasculares de la disminución de la activación muscular y la carga mecánica, lo que potencialmente permite realizar el ER con BFR durante períodos continuos más prolongados (8-12 semanas) que el EF con BFR, aunque esta hipótesis requiere apoyo empírico.

Con respecto al atleta físico, existen numerosas vías para futuras investigaciones que podrían ayudar a determinar mejor la efectividad de la BFR dentro de esta población. Actualmente no hay estudios que comparen los efectos hipertróficos de un programa de ER típico con un programa de ER con BFR realizado en atletas físicos altamente entrenados, ya sea en la temporada baja o durante la preparación de la competición. Tampoco hay estudios que utilicen un enfoque combinado de EF-ER con BFR en comparación con el mismo enfoque sin BFR sobre la hipertrofia muscular. Finalmente, la prescripción de ejercicio y los modos fuera del ciclismo, la caminata y el remo aún no se han investigado, lo que hace que las recomendaciones prácticas basadas en evidencia sean algo difíciles y en gran parte, basadas en resultados experimentales.

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